viernes, 27 de enero de 2012

moscas cazadas con un chorro de agua

Entre los mangles de la desembocadura de los ríos y de las pequeñas bahías del sudeste asiático y de la parte norte de Australia, vive el pez arquero, que, como un perfecto artillero, caza moscas y otros insectos para devorarlos a continuación

No más largo que un dedo, se acerca a la superficie del agua exactamente por debajo del insecto que sin pensar en el peligro se halla tomando el sol en un trozo de raíz. Cuando se encuentra a unos veinticinco centímetros de la presa, el pez comienza a afinar su puntería. El arquero orienta todo su cuerpo como un cañón en dirección al insecto, pero pone buen cuidado en no emerger su cabeza del agua, pues asustaría a la presa, y dispara lo más vertical por tres razones: la primera es la balística, el cálculo del ángulo de tiro le causa algunas dificultades; la segunda es debido a que la luz se refracta en la superficie del agua y no ve a la mosca en su lugar exacto; y por último la presa, que aunque tocada, no cae directamente dentro de la boca abierta.

Para eliminar ya en principio los pequeños errores, el proyectil, que en este caso es un chorrito de agua, se lanza como si saliera de un pomo de regadera, y así cubre una mayor superficie. Gracias a este refinado método alcanza el blanco, de cada dos veces, una; si ha apuntado mal o el insecto se agarra, el pez puede escupirle hasta siete veces seguidas.

1 comentario:

  1. A falta de una lengua como las ranas, un chorrito de agua. Es perfecto!

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